El término mujeres y hombres con diversidad funcional empezó a utilizarse en España a principios del año 2005, gracias a la propuesta del Foro de vida independiente.
Por poner un ejemplo, una persona sorda se comunica a través de los ojos y mediante signos o señas, mientras que el resto de la población lo hace fundamentalmente a través de las palabras y el oído. Sin embargo, la función que realizan es la misma: la comunicación. Para desplazarse, una persona con una lesión medular habitualmente utiliza una silla de ruedas, mientras que el resto de la población lo hace utilizando las piernas: misma función, manera diversa.
Por eso el término diversidad funcional se ajusta a una realidad en la que una persona funciona de manera diferente o diversa de la mayoría de la sociedad, y evitamos utilizar otras palabras con carácter peyorativo como discapacidad o minusvalía.
A continuación encontramos un pequeño vídeo realizado por el alumnado del IES Bembézar con el fin de concienciar a la sociedad sobre la diversidad funcional: